Here comes the sun...

julio 24, 2011

Óleo de una vieja despedida


Una noche más donde cerraba los ojos y volaba. No tenía un amor, no porque no quería, sino que esta vez simplemente, no existía un amor.
Un olor a un perfume conocido la hizo viajar a una de los tantos cuadros en ella guardados: El óleo de una vieja despedida.
Una noche de verano ya sabida hace mucho por sus protagonistas y no muy anhelada, un par de llamadas organizando un ultimo encuentro, dos caras que en una esquina se encontraron, mirándose mas largo que  de costumbre.
Dos manos temblorosas enfilaban hacia un lugar parecido a lo que la gente común denomina ``terminal´´. Una vez más el tiempo se reía del amor; adelantando el reloj cada un par de minutos. Y en cuestión de un cuarto de hora; gente en los pasillos, abuelos con bolsos, padres con ojos tristes y caras conocidas de su club de fans. Al lado suyo, el rostro conocido que más deseaba desconocer en ese momento, y de frente, una máquina gigante de cuatro ruedas y muchos vidrios que estaba a punto de succionarla (tal como una nave espacial).
Cuando lo mejor se dejaba para el final, el apuro por terminar con otros trámites era notorio. Y lo mejor la esperaba en la puerta de aquella nave, con ojos distintos, ya no tenían una frase sorpresa para enamorar cada día, ahora llevaban un cartel blanco que decía en letras negras : ``NADA´´.
El tiempo se apiadó brindando unos minutos y todo se paralizo alrededor de ellos. Bocas mudas y ojos que gritaban, pero al rato, viceversa. Promesas, frases con y sin lágrimas, pieles que por última vez se rozaban.
Y un beso tan corto para lo que estaban acostumbrados, selló ese lapsus. La nave la succionó; su mano corrió una cortina verde para que las retinas captaran aquellas caras una vez más, y otra mano la volvió a correr.
A continuación, infinita ruta de tristeza.
Este cuadro no era como todos, lo sentía todavía en carne viva, ``como si fuera ayer´´.
Suele pasar que los óleos recientes no hayan sufrido muchas lluvias como para despintarse, o no tengan un tiempo de maduración todavía,  por lo que aparecen como últimos recuerdos nítidos de algún gran amor conservado en una sequía.-

Mi primavera anticipada

¿Viste, negra? No está todo mal de ninguna forma, es más, hay sol hasta en estos días espantosamente fríos.
Y vos que pensabas que con rayas zebrísticas en los brazos, con esconderse en la armadura oxidada, con mirar de lejos, iba a estar todo mejor. Cuando se viene la primavera encima nuestro, no podemos detenerla.
El es la primavera, y se vino encima tuyo. De repente te miro; llegás, te bañás, cocinás, estudiás, e incluso dormís (sí, increiblemente ahora podés dormir) sonriendo sin parar, mirando cómplice, tocando con suavidad como si él estuviera en todo lo que tocás. Yo pienso que debe estar tan adentro tuyo que por eso nada te lastima, y podés ser superpoderosa.
Y si hablamos desde afuera, desde el muy afuera, no tenés idea como te ves. Sos un solo rayo de luz, encandilás y la gente percibe eso. Estoy segura de que muchos de los que te conocen envidian el brillo que esta primavera anticipada te está provocando. Pero... ¿cómo hace?, eras una nube negra en la ciudad, ciega hasta en los pies, triste hasta en la última arteria.
Puedo ayudarte a pensar los mil y un regalos que merece el dueño de la sonrisa instantánea, pero creo que el más atinado es un cielo de cada color un nuevo día. Y si ya se lo regalaste, probá con algo nuevo cada vez, sorprendélo, hace que él también viva como vos, en un estado de felicidad permanente.
Y cuídalo, que enserio te digo, esta primavera definitivamente es la que mejor te queda.